viernes, 25 de septiembre de 2015

Ramón Carrillo, el sanitarista de los argentinos


  

2006 AÑO DE HOMENAJE AL DR. RAMON CARRILLO
Presidencia de la Nación - Decreto 1558/2005

Por Osvaldo Vergara Bertiche*

"Frente a las enfermedades que genera la miseria,
frente a la tristeza, la angustia
y el infortunio social de los pueblos,
los microbios, como causas de enfermedad,
son unas pobres causas".
Ramón Carrillo

Hace 100 años, un 7 de Marzo de 1906, nacía en la Provincia de Santiago del Estero, Ramón Carrillo, que se convertiría, con el correr de los años y en función de la coyuntura favorable, en el Gran Sanitarista Argentino.

Su hermano Arturo al evocarlo en su libro "El hombre… el médico… el sanitarista" dice que Ramón como "Creador del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, su labor fue de gran trascendencia pues no sólo abarcó el país sino que se proyectó a toda América Latina y el mundo, de modo tal que sus principios constituyen una de las bases de la Organización Mundial de la Salud, en especial cuando declara a la Salud como un derecho inalienable de los pueblos y obliga al Estado a garantizarlo en forma indelegable".

Su padre, don Ramón Carrillo, fue profesor (docente egresado de la Escuela Normal de Paraná), periodista y político (tres veces diputado provincial); su madre fue doña María Salomé Gómez Carrillo.

"Era el mayor de los once hermanos que componían el resto de la familia". Bisnieto de don Marcos Carrillo, que había sido un oficial español que cayó prisionero del General Manuel Belgrano en la batalla de Salta. Posteriormente, en 1819, fue liberado y se casó con doña Ascensión Taboada.

Ramón Carrillo realiza sus estudios primarios en la Escuela Normal "Manuel Belgrano", de la Ciudad de Santiago del Estero. Rindió en carácter de libre los grados quinto y sexto lo que le permite ingresar al Colegio Nacional de su suelo natal a la edad de doce años.

En 1922, a los 16 años, publicó una monografía histórica, "Juan Felipe Ibarra: su vida y su tiempo", con la que ganó una medalla de oro, premio instituido por las "Damas Patricias" de su provincia; poco después presentó otro trabajo, "Glosa de los servidores humildes", en el que deja ya sentado precedentes sobre la necesidad de protección de la vejez.

En 1923, a los diecisiete años, egresa como Bachiller con medalla de oro.

En 1924, con sólo 17 años, comienza a cursar estudios en la Facultad de Medicina de Buenos Aires.

En 1927 obtuvo, por concurso de calificaciones, el cargo de Practicante Externo del Hospital de Clínicas y, casi al mismo tiempo, comenzó sus tareas como redactor de las Revistas del "Círculo Médico Argentino" y del "Centro de Estudiantes".

Conoce al Doctor Manuel Balado, importante neurocirujano argentino con formación en los Estados Unidos, y realizan, conjuntamente, trabajos científicos que fueron calificados como los primeros publicados en serie y de una alta calidad en los métodos investigativos.

A los 22 años de edad recibe su título de Médico.

En 1930, en virtud de sus altas calificaciones y por la calidad de sus trabajos, ganó la "Beca de la Universidad de Buenos Aires", que consistía en tres años de perfeccionamiento en Europa.

Eligió capacitarse en Holanda, Francia y Alemania. Europa, que le sirve para aumentar sus conocimientos médicos, le permite presenciar los profundos cambios políticos que se estaban produciendo (1930 - 1933).

"En octubre de 1932, Carrillo representó a la Argentina en el Primer Congreso de Neurología, en Berna, Suiza, siendo el participante más joven y uno de los más activos".


Regresa al país en 1933 y los doctores Arce y Balado "le confiaron de inmediato la organización del Laboratorio de Neuropatología del Instituto de Clínica Quirúrgica, lo que pudo ejecutar dividiendo su tiempo entre la neurocirugía a la mañana y el laboratorio a la tarde". Durante ocho años, y sin consultorio privado, se dedicó "tiempo completo" a esta actividad.

"Es decir que durante todos esos años, posteriores a su graduación, se dedicó exclusivamente a la investigación y estudio de las materias básicas de su especialidad y a la elaboración de numerosos trabajos científicos, de la misma orientación, manteniendo estrecha relación e intercambios de informaciones profesionales con los investigadores de la Escuela Neurobiológica Argentina en el Hospital de Alienadas y el Hospicio de las Mercedes, luego Hospitales Moyano y Borda".

Cuando regresa al país es también el año del pleno apogeo de la Década Infame, "donde puede vivenciar el sistemático saqueo y destrucción que sufre su patria, en un período caracterizado por la profunda decadencia moral de la dirigencia, donde se impone la corrupción, el negociado, la enajenación del patrimonio nacional y el empobrecimiento de una gran mayoría poblacional".

Adhiere entonces al llamado pensamiento nacional que tiene verdadero auge en esos tiempos. Su grupo más representativo, F.O.R.J.A. es fundado el 29 de junio de 1935 en un sótano ubicado en la Avenida Corrientes 1778 de la Capital Federal y entre los socios fundadores estaban Arturo Jauretche, Juan B. Fleitas, Manuel Ortiz Pereyra, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Atilio García Mellid, Jorge del Río, Raúl Scalabrini Ortíz y Homero Manzi, entre otros. Carrillo se vincula, justamente, con éste último, coterráneo y condiscípulo en la infancia, y así complementa su educación científica con las ideas políticas y culturales que éstos propugnaban.

"Vive la bohemia literaria y filosófica de los cafetines de Buenos Aires". Leía a José Pedroni, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones; se relacionó también con Armando y Enrique Santos Discépolo; y manifestó una definida inclinación por la pintura argentina, iniciando la formación de una importante pinacoteca.

Queda claro que abrevó políticamente en el nacionalismo de esa época y advirtió que éramos "un país cultural, mental y económicamente colonizado", y tomando conciencia de que se hallaban dispersas las fuerzas capaces de modificar esa situación.

En 1937 recibe el Premio Nacional de Ciencias. Y en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central.

Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Al tomar contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de todo el país puede comprobar que prevalecen enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en aquellos de provincias postergadas.

Lleva a cabo estudios estadísticos que dan un resultado casi escalofriante: el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias y distribuidas de manera desigual. En algunas regiones las camas por cada mil habitantes eran del cero por ciento.

"Los hospitales gratuitos del Estado o de las sociedades de beneficencia se desenvolvían en condiciones precarias, por falta de personal, alimentación, medicamentos e instrumental. Las zonas rurales estaban totalmente desprotegidas… Los centros hospitalarios conservaban el espíritu de caridad que las sociedades de beneficencia le habían impreso desde el siglo anterior, muy alejado, más allá de sus buenas intenciones, del carácter de servicio público que debían tener".

Ramón Carrillo ha sido premeditadamente olvidado, hasta ahora, de los anales de la Salud Pública, de la medicina sanitaria, de la lucha contra las enfermedades endémicas y de una medicina organizada e integrada. De un plan de salud para todo el país. 




Carrillo accedió en 1941 como Profesor adjunto en la cátedra de Neurocirugía, y en 1942, al morir el profesor Manuel Balado, Titular de dicha Cátedra, se presenta a concurso para reemplazarlo, con un bagaje de antecedentes y trabajos que conformaban una acabada demostración de su talento. Realizó un interinato de unos meses y luego recibió la confirmación, a los 35 años de edad.

En su conferencia inaugural sostuvo que la formación del neurocirujano debía ser estricta y muy cuidadosa, puesto que se requería del profesional que abrazara esa especialidad una extraordinaria capacidad técnica, salud física, gran entrenamiento intelectual y vastos conocimientos adquiridos metódicamente. Debía tener además el espíritu abierto a todos los vientos, "amasado el corazón"; no gritar, como el Mefistófeles de Goethe, "Nada sé decir del sol y de los mundos; sólo miro cómo sufren los hombres".

"No señores", decía Ramón Carrillo en aquel primer contacto con sus alumnos, "debemos abrir nuestros brazos al mundo y dirigir los ojos al sol. Debe ser el neurocirujano un hombre capaz de ocultar su triste destino al que ya no espera nada, manteniéndole el último destello de una ilusión. Cualquier espíritu noble estará con Santo Tomás: es preferible un sentimiento que consuela a una verdad que ilumina".
Y concluye: "Vosotros, desinteresados en las contiendas, limpios de los estigmas de las ambiciones, caeréis con sorpresa en las encrucijadas; el tiempo os despeñará del mundo de los sueños a los ásperos caminos de la vida. Entonces los más nobles sentimientos se pervierten en el vaso impuro del corazón humano si un ideal altruista y de trabajo no lo embalsama, purificándolo del mal de las codicias y de la convicción materialista de que la vida es botín legítimo del más fuerte".
La segunda guerra mundial había dividido al país en "neutralistas" y "rupturistas".

Carrillo era neutralista coincidiendo con los argumentos de F.O.R.J.A., en el sentido que la guerra mundial era un problema entre países imperialistas, en el que Argentina no debía participar. Por esta razón fue tildado de "pro-nazi".

Desde la Universidad, Carrillo venía apoyando al gobierno desde 1944, y por esos tiempos conoce en el Hospital Militar al Coronel Juan Domingo Perón, con quién mantiene innumerables conversaciones sobre la problemática nacional y en particular sobre la carencia de planes y servicios de salud para los más necesitados.

A principios de 1945 la Escuela de Medicina designa a Carrillo representante ante el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires.

En dicho cargo y apoyado por nacionalistas y forjistas, resiste presiones, lucha contra imposiciones arbitrarias, habla incansablemente con profesores y grupos de estudiantes para esclarecerlos sobre el problema argentino, pero logra escasos resultados. La inteligentzia no le escucha.
Carrillo se aproxima cada vez más a la línea de F.O.R.J.A.; lee a Scalabrini Ortíz y siente que el movimiento que se está formando alrededor del Coronel Perón constituye la base ideológica de una fuerza de características nacionales.

Fue el creador, organizador y primer Presidente de la Escuela de Postgraduados en la Facultad de Medicina, con orientación hacia la medicina social y preventiva.

Fue fundador de la Sociedad Argentina de Historia de la Medicina, publicó 140 monografías sobre temas vinculados a la neurología, psiquiatría, histología y patología del sistema nervioso, con especial referencia a la neurocirugía y a la historia de la medicina.

Así mismo intuía que las legiones de "cabecitas negras" que arribaban a Buenos Aires eran adelantados del tiempo nuevo y que su acción, desde las fábricas, alcanzaría los objetivos que las armas no consiguieron.

El 17 de Octubre de 1945, Carrillo, que era Jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar, dispone que se reserve una habitación para Perón, ya que éste sería trasladado desde la isla Martín García.

Allí se produce, entre ambos (Perón y Carrillo), una simbiosis que significaría el germen de la Revolución Sanitaria más importante que conoció nuestro país.

Después de las elecciones del 24 de Febrero de 1946 el Doctor Carrillo pasó a ocupar un lugar importantísimo en la estructura del naciente peronismo. El 23 de mayo de ese mismo año, en acuerdo general de ministros, se crea la Secretaría de Salud Pública, con rango de Ministerio (pasaría a ser Ministerio con la Reforma Constitucional de 1949).


El 29 de mayo, mediante un Decreto del Poder Ejecutivo, el Profesor Doctor Ramón Carrillo fue designado Secretario de Salud Pública, cargo que asumiría el día 4 de junio de 1946 cuando el General Juan D. Perón se hizo cargo de la presidencia, y que conservaría hasta el 16 de Junio de 1954.
Al iniciar sus funciones, el Doctor Carrillo se encontró con una gran desorganización, con instalaciones sanitarias inadecuadas, y con falta de camas, de equipamiento médico, de insumos y de personal capacitado. Esto fue lo que lo motivó a comenzar a trabajar en una serie de cambios representados en tres puntos que el mismo Perón enunciaría:
1. Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud.
2. No puede haber política sanitaria sin política social.
3. De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados.

Carrillo marcó un interés especial en áreas que el Estado no había profundizado hasta entonces: la medicina preventiva, la medicina social y la atención materno-infantil.

Elaboró un plan de más de cuatro mil páginas, llamado "Plan Analítico de Salud Pública", en el que quedaba previsto hasta el más mínimo de los detalles. Todos los puntos del funcionamiento hospitalario estaban contemplados en este plan: cada empleado debería atender su función específica y todos ellos eran importantes por igual. El cuerpo médico dependía de que las áreas de mantenimiento, intendencia, lavandería, ropería, administrativa, contable, compras y personal cumplieran acabadamente con sus funciones.

También otorgó a la arquitectura hospitalaria una relevancia que no había tenido hasta entonces y promovió la construcción de centros de salud espaciosos, luminosos y funcionales. Incluso alentó la creación de una cátedra de Arquitectura Hospitalaria, así como la organización de cursos de instrumentación quirúrgica, enfermería, administración hospitalaria, hemoterapia, radiología, anestesiología, alimentación y muchos otros.

Como parte de su estrategia para mejorar la estructura sanitaria, Carrillo dividió el país en zonas sanitarias y planificó para cada una de ellas la atención especifica de sus problemas, procurando lo que denominó "centralización normativa y descentralización ejecutiva", es decir que todos en la órbita de la Secretaría de Salud se regirían con las mismas normas y criterios, pero las decisiones y la atención directa quedaban bajo la responsabilidad de cada uno de los centros de salud, aun en el caso de los más pequeños.

Como ejemplo del buen funcionamiento de su estrategia puede mencionarse la llegada de la vacunación antivariólica y antidiftérica hasta los pueblos más aislados y distantes.

Su estrategia de planificación se vio potenciada por la acción de la "Fundación Eva Perón".

Sostenía Ramón Carrillo que "Los problemas de la medicina como rama del Estado no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría".





Imágenes: gentileza Fundación Ramón Carrillo
Prof. Lic. Teresita Carrillo, presidente.
Prof. María Cristina Carrillo, vicepresidente
French 3036, Buenos Aires (1425), República Argentina
Tel.: (54 11) 4826-5715 | Tel./Fax: *(54 11) 4306-7314
fundacion.ramoncarrillo@gmail.com


En su mensaje al Congreso Nacional el 19 de octubre de 1946, el Presidente Perón presentó los lineamientos del Plan del Poder Ejecutivo sobre Realizaciones e Inversiones para el Quinquenio 1947-1951.

De ahí en más, se le conocería como "Primer Plan Quinquenal".

Dijo su inspirador el General Perón: "Aspiramos a una liberación absoluta de todo colonialismo económico, que rescate al país de la dependencia de las finanzas foráneas".

Agregando: "Para aumentar otras conquistas sociales, necesitamos aumentar la riqueza y aumentar el trabajo. Nuestro plan considera en esta segunda etapa, multiplicar la riqueza y repartirla convenientemente; y con ello las nuevas conquistas sociales han de salir fecundamente de nuestro propio trabajo, sin perjudicar a nadie.

Sin bases económicas no puede haber bienestar social, es necesario crear esas bases económicas. Para ello es menester ir ya estableciendo el mejor ciclo económico dentro de la Nación y a eso también tiende nuestro Plan.

Debemos producir el doble y a eso multiplicarlo por cuatro, mediante una buena industrialización, es decir enriqueciendo la producción por la industria; distribuir equitativamente esa riqueza y aumentar el estándar de vida de nuestras poblaciones hambrientas, que son la mitad del país; cerrar ese ciclo con una conveniente distribución y comercialización de esa riqueza; y cuando el ciclo de la producción, industrialización, comer-cialización y consumo se haya cerrado, no tendremos necesidad de mendigar mercados extranjeros, porque tendremos el mercado dentro del país y habremos solucionado con ello una de las cuestiones más importantes: la estabilidad social, porque el hambre es muy mala consejera de las masas... nosotros queremos dar al país una gran riqueza, pero consolidada por un perfecto equilibrio social.

Queremos que en la extracción, elaboración y comercialización de esa riqueza, el capital y trabajo, sean asociados, colaboradores y no fuerzas en pugna, porque la lucha destruye valores; sólo la colaboración, la buena voluntad y la cooperación son las fuerzas capaces de construir valores y de aumentar riquezas".

Y consecuentemente se dispone una inversión en Acción Social del orden del 7,5 por ciento y de un 9,4 en Salud Pública.

La cantidad de nuevas camas proyectadas para esta etapa es de 80 mil, como así hospitales, salas de primeros auxilios y erradicación de enfermedades endémicas.

Debemos hacer un paréntesis para introducirnos en la evolución de los sistemas de salud.

En el mundo y durante muchos siglos, el rol de los hospitales no estuvo asociado, justamente, a la atención de salud.

Antes del siglo XVIII el hospital era esencialmente una institución de asistencia a los pobres y a la vez, una institución de exclusión; por aquellos tiempos el hospital y la medicina eran campos independientes.

El carácter asistencialista y de segregación de pobres, dementes, mutilados y prostitutas procedía de la antigüedad y estaba presente en los templos de Asklepios de Grecia y en los Valetudinarios del Imperio Romano, (ambos lugares éstos en donde la tradición atribuyó al médico el rol de sacerdote) y en los asilos y hospitales a cargo de congregaciones religiosas durante la Edad Media y el Renacimiento, dando origen así a que se cristalizara el origen divino de la medicina occidental.

Ya entrado el siglo XVIII, las transformaciones económicas y sociales fueron modificando las funciones hospitalarias. Al decir de Foucault, la "medicalización" de los hospitales se fue manifestando en su localización y en la distribución interna del espacio, en la institucionalización de la presencia médica y en la organización de registros permanentes.

Así el médico asumió la responsabilidad de la organización hospitalaria, a la vez que se conformaron colecciones de documentos, pasando a ser un lugar de cura y de adquisición de conocimientos.

En el siglo XIX, la aparición de hospitales públicos convirtió lo que había sido un servicio domiciliario en otro en el que primaban nuevas funciones que, al mismo tiempo, se vieron impulsadas por el progreso de la ciencia médica y por las nuevas ideas que se difundían tales como la ideología liberal de la Revolución Francesa, la Social de 1848 y la aparición del Socialismo.

La ampliación de las competencias del Estado democrático moderno y la aparición de las democracias sociales durante el siglo XX, consolidaron las funciones del hospital como centro de atención médica cada vez más complejo y al servicio de capas de población cada vez más extensas.
"Los nuevos roles externos de las instituciones de salud se acompañaron de una paulatina redefinición interna: el saber médico, potenciado por el auge de las ciencias biológicas y exactas y por el desarrollo de la tecnología, se afianzó como eje del modelo de atención considerado como ideal, con un fuerte predominio de la acción curativa, y con un abandono de los aspectos psicológicos y sociales del proceso salud-enfermedad".

El modelo de atención se vio incentivado luego de la Segunda Guerra Mundial por los grandes intereses económicos que se desarrollaron en el sector.

En Argentina, durante la época colonial, los establecimientos públicos mostraban las clásicas características de albergues para indigentes con escasa o nula actividad de atención de la salud.

La creación del Protomedicato dispuesta por el Virrey Juan José de Vértiz en 1779, dependiente del de Lima, (se inaugura el 17 de agosto de 1780 en una audiencia en la cual el primer Protomédico, doctor Miguel Gorman, dio una alocución en latín) fue la primera acción que, entre otros fines, procuró regular la actividad de los hospitales e introducir el conocimiento médico en los mismos.

El Protomedicato era una vieja institución española cuyos orígenes se remontan al Medioevo.

Varios años después de su creación, el Protomedicato de Buenos Aires incorporó a sus funciones la tarea de formar médicos y cirujanos. Surgió así en 1799 la Escuela de Medicina del Tribunal del Protomedicato de Buenos Aires, que inauguró sus cursos alrededor de 1801.
"Durante los primeros años de la emancipación, los hospitales corrieron una suerte azarosa, predominando la insuficiencia de recursos y la heterogeneidad de su dependencia. La situación se mantuvo sin variantes hasta el último cuarto del siglo XIX, en que dentro del modelo económico y social que se afianzó en el país, se incrementaron los esfuerzos para convertir a los hospitales en reales centros de atención médica. Pese a ello, persistió el criterio benéfico en su funcionamiento".

Luego (puesto en funcionamiento operativo el "gobernar es poblar" de Juan Bautista Alberdi) de la mano de la inmigración la tasa de población urbana de la Argentina se elevó notablemente, de un 42,8% en 1895 a un 57,3% en 1914.

En el artículo "Beneficencia y Asistencia Social: la política manicomial en Buenos Aires. 1880 - 1940" publicado en la "Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica" (Año XI, volumen 9, Número 2, octubre de 2000), Marisa Requiere señala que: "En el período que va desde 1880 a 1940 se plasmaron en nuestro país una línea de ideas políticas, económicas y culturales que modificaron las estrategias médico asistenciales.

El aparato sanitario y de higiene pública secular, fue modelado según los cánones europeos, que se remontaban al intento de Rivadavia. Con el paso de los años cambió la fundamentación filosófica asociada con la asistencia de los carenciados y/o enfermos.

La ecuación beneficencia-caridad-filantropía apareció explícitamente en la obra político asistencial, encargándose el Estado de marcar las pautas de la beneficencia pública que deja de lado el marco privado que antes distinguía a la salud".

Y agrega: "La asistencia pública fue uno de los medios más nítidos a través de los cuales se podían solucionar los males de la sociedad: enfermedades pestilentes, como la fiebre amarilla, tuberculosis y por supuesto la locura".

Así también, la Doctora Alicia Moreau de Justo, durante sus prácticas en el Hospital de Clínicas comprobó que muchas enfermedades "tenían su origen en la miseria que sufrían los trabajadores condenados por un régimen social injusto", denunciando la situación de las mujeres destruidas por la prostitución y las enfermedades. (ver "Cultura y Nación", de Osvaldo Vergara Bertiche, "Alicia Moreau de Justo - combatiendo el dolor ajeno").

A contrapelo de toda esta situación de injusticia, con la llegada del primer gobierno justicialista, la gestión del Doctor Ramón Carrillo desde la Secretaría de Salud Pública constituyó un hito trascendente en el desarrollo de los servicios públicos de salud.

Pretendía que los hospitales no fueran casas de enfermedad sino casas de salud de acuerdo con la nueva orientación de la medicina, la cual tiende a evitar que el sano se enferme. Es durante su gestión que se desarrollaron las obras sociales. 

El pensamiento científico práctico e intelectual de Ramón Carrillo puede sintetizarse, además, en que "el Hospital debe ser un hogar y no una antesala de la muerte", y "los servicios médicos constituyen un esencial derecho del hombre" y por ello "junto a la historia clínica del enfermo se levanta la historia social del hombre".

Sus intervenciones son precisas y profundas; sus mensajes son aleccionadores, dice: "La medicina moderna tiende a ocuparse de la salud y de los sanos y el objetivo principal es ya no curar al enfermo sino evitar estar enfermo".

"La medicina no sólo debe curar enfermos sino enseñar al pueblo a vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de ser vivida".

Consecuentemente con este pensamiento, durante la gestión Carrillo, los trabajos que se llevaron a cabo por intermedio de la Subsecretaría de Construcciones del Ministerio de Salud, en forma conjunta con el Ministerio de Obras Públicas y por la "Fundación Eva Perón", darían como resultado la creación de 4.229 establecimientos sanitarios de distinto rango, con 130.180 camas.

El 15 de marzo de 2006, en Sesiones Ordinarias de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, se rinde homenaje a la memoria del Dr. Ramón Carrillo; la representante por Santiago del Estero, Señora Marta Sylvia Velarde señala, entre otras cosas, que: "Carrillo no vaciló, no titubeó y tampoco negoció. Se dispuso a estructurar un sistema de salud que, si bien era para todos los argentinos, beneficiaba fundamentalmente a los más necesitados. Existe un antes y un después de Carrillo en la historia de la salud de la Argentina.

Antes, la salud de las plantas y de los animales era mucho más importante que la de las personas. De hecho, existía una Dirección Nacional de Sanidad Animal y Vegetal, dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación, mientras que la salud de la gente era atendida por un Departamento Nacional de Higiene.

La lucha contra la garrapata era mucho más importante que la lucha contra la tuberculosis, contra el paludismo y otras enfermedades endémicas del norte argentino.

Debió llegar Ramón Carrillo en el año 1946 a la Secretaría de Salud de la Nación, que tenía rango de Ministerio, para que se duplicaran las camas hospitalarias y para que el sistema de salud comenzara a funcionar de una manera diferente.

Con él, el presupuesto en salud se incrementó diez veces, y podemos decir que la mortalidad infantil, que en 1945 era del 90 por mil, descendió a 56 por mil en 1954, mientras que la tuberculosis, que se llevaba 130 de cada mil argentinos en 1945, diez años después se llevaba 36 de cada mil.

Carrillo sabía que para poder perpetuarse, su obra debía quedar plasmada en una legislación básica, tal como lo hizo. Se ocupó de toda una legislación que tendía a la socialización de la medicina y a la semisocialización de la farmacia. En su época apareció un listado de especialidades medicinales que se vendían a precios populares. Él estaba convencido de que la salud no era el botín legítimo del más fuerte.

Hay hombres que viven la historia y otros que la hacen. Ramón Carrillo perteneció a esta última clase de hombres, a aquellos que hacen la historia. Hizo el bien con fuerza, con obstinación, con voluntad reformadora de una sociedad que lo necesitaba.

"Vivo en la mayor pobreza, mayor de la que nadie puede imaginar"


Así se expresaba Ramón carrillo en la última carta enviada a su amigo, el periodista Segundo Ponzio Godoy:

“Mi querido Ponzio:

Yo no sé cuánto tiempo más voy a vivir, posiblemente poco, salvo un milagro. También puedo quedar inutilizado y sólo vivir algo más. Ahora estoy con todas mis facultades mentales claras y lúcidas y quiero nombrarte el albacea de mi buen nombre y honor. Quiero que no dudes de mi honradez, pues puedes poner las manos en el fuego por mí. He vivido galgueando y si examinas mi declaración de bienes y mi presentación a la Comisión Investigadora, encontrarás la clave de muchas cosas. Vos mismo intuiste con certeza lo que pasaba en mí y me ofreciste unos pesos. Por pudor siempre oculté mis angustias económicas, pero nunca recurrí a ningún procedimiento ilícito, que estaba a mi alcance y no lo hice por congénita configuración moral y mental. Eran cosas que mi espíritu no podía superar.

Ahora vivo en la mayor pobreza, mayor de la que nadie puede imaginar, y sobrevivo gracias a la caridad de un amigo. Por orgullo no puedo exhibir mi miseria a nadie, ni a mi familia, pero sí a un hermano como vos, que quizás (conociéndome) puedas comprenderme.

No tengo la certeza de que algún día alcance a defenderme solo, pero en todo caso si yo desaparezco, queda mi obra y queda la verdad sobre mi gigantesco esfuerzo donde dejé mi vida.

Esta obra debe ser reconocida y yo no puedo pasar a la historia como un malversador y ladrón de nafta. Mis ex colaboradores conocen la verdad y la severidad con que manejé las cosas dentro de un tremendo mundo de angustias e infamias. Ellos pueden ayudarte.

Mi capacidad de trabajo está muy reducida; vivo como médico rural en una aldea. Ahora de nuevo me quedé sin puesto, pues la Compañía donde actuaba levantó campamento. A mí, poco a poco, se me han cerrado las puertas y no pasa un día que no reciba un golpe. Poco a poco mi organismo ha comenzado a desintegrarse definitivamente. He aceptado todo con la resignación que me es característica. No tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en cada uno de nosotros alberga el soplo divino.

El tiempo y solo el implacable tiempo, dirá si tuve razón o no al escribirte esta carta, ya que en el horizonte de mis afectos, no veo a nadie más capaz que vos de tomar esta tarea cuando llegue el momento, que llegará, cuando las pasiones encuentren su justo nivel.

Belém do Pará, 6 de septiembre de 1956.

Ramón



Casa histórica en Belém do Pará, Brasil. donde vivió el último año de su vida y murió Ramón Carrillo. Gentileza Fundación Ramón Carrillo

Abnegación, servicio, eficiencia y honorabilidad son algunos de los vocablos que califican su obra".

Asimismo el Diputado por Santa Fe, Dr. Hermes Juan Binner manifiesta: "Nuestro bloque adhiere a este justo homenaje que se está realizando a la figura del Doctor Carrillo.

La historia de la salud pública cuenta con el Doctor Carrillo como uno de sus mojones más importantes. Quienes hemos transitado por la salud pública sabemos del valor del Dr. Ramón Carrillo en la formación y en el concepto integral de la salud pública.

Vale rescatar su teoría del hospital; su concepción de la integración de lo americano con lo hispánico; el concepto fundamental del hospital a partir de módulos de complejidad de 30 camas, y la forma en la que se construían los hospitales que salían del modelo apabellonado francés.

Era un hito extraordinario no sólo para la Argentina sino para el mundo, que demostraba que aquí se estaba llevando adelante una política edilicia que servía precisamente a ese nuevo modelo de salud que se estaba desarrollando.

Por lo tanto, adherimos fervientemente a este homenaje y desearíamos que se reimpriman las obras completas de Ramón Carrillo que en su momento publicó la editorial Eudeba. Sería muy importante contar con una nueva versión de estas obras fundamentales para el entendimiento de la salud pública de nuestro país.

El Doctor Carrillo figura dentro de los grandes de la salud pública que ha tenido nuestro país, como Juan B. Justo, que introdujo la asepsia; Domingo Cabred, impulsor de los hospitales de principios del Siglo XX al igual que Ramón Carrillo y Arturo Oñativia, que tuvo una política de medicamentos destinada fundamentalmente a creer en el país, en la Nación y en los argentinos y a creer que realmente es imprescindible formular una propuesta de salud que nos integre a todos en igualdad de calidad y de condiciones".

Domingo Cabred, Médico Psiquiatra, (1859 - 1929) fue uno de los grandes médicos alienistas (psiquiatras) que tuvo nuestro país, y el creador de una manera de tratar a los enfermos mentales radicalmente distinta a las convencionales en su época.

Juan Bautista Justo, (1865 - 1928) fue un destacado cirujano. Gran investigador e innovador, introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las operaciones quirúrgicas.

"Hubo una época en mi vida, en que pasaba el día en el hospital con los enfermos, los lisiados, los inválidos, las víctimas variadas de la miseria, de la explotación. ¿Valía la pena empeñarse tanto en conservar esas vidas, fatalmente condenadas a un vil sufrimiento? Gradualmente comprendí que había mucho de estéril e indigno en mi tarea, que aquello tenía algo de fanático y unilateral. ¿No era más humano ocuparse de evitar en lo posible tanto sufrimiento y tanta degradación?. Y encontré en el movimiento obrero el ambiente propicio a mis nuevas y fervientes aspiraciones"; y con este estímulo y sus convicciones, fundó, junto a un grupo de compañeros de ideas, el periódico socialista La Vanguardia, y en 1896, también bajo su inspiración, el Partido Socialista.

Arturo Oñativia (1914 - 1983) era de personalidad multifacética. No sólo se destacó como médico, docente e investigador, sino también como político. Fue capaz de generar y gestionar, a través de la función pública, obras trascendentes de enorme envergadura y beneficio para la sociedad argentina. Fue un hombre que comprendió que el "bien común" es una causa por la que vale la pena luchar aunque se corra el riesgo de perderlo todo.

En 1963, durante el gobierno del Doctor Arturo Illia, fue convocado para ejercer el cargo de Ministro de Salud Pública. Desde ese lugar, Oñativia impulsó toda una serie de iniciativas fundamentales como la ley de "Reforma del Sistema Hospitalario Nacional" y de "Hospitales de la Comunidad", amén de la creación del "Servicio Nacional de Agua Potable", que garantizaba la provisión de la misma a las comunidades rurales.

Asimismo, fue de importancia estratégica la Ley de Medicamentos, conocida como Ley Oñativia, que le daba al medicamento un carácter de "Bien Social" al servicio de la Salud Pública y de la Sociedad. Esta ley, promulgada en 1966, reglamentaba un estricto control técnico de las drogas sujetas a la experimentación humana, además del control de precios, según la demanda de las mismas e inmediatamente derogada por el des-Gobierno usurpador de Onganía en el mismo año.

Ramón Carrillo, pertenece, sin dudas, a ese conjunto de eméritos hombres de ciencia comprometidos con lo social y lo político. Erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis y terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis.

La acción de Carrillo es de indudable valor en el proceso de transformación de la realidad sanitaria de la época, pero también el legado más importante que ha dejado fueron sus ideas, principios y fundamentos que acompañaron este accionar

Tanto para ayer, pero sirviendo, fundamentalmente, para la actualidad, decía: "La caridad es una virtud cristiana admirable, pero no puede ser la base de una doctrina para el gobierno de la salud pública".
Pero también existe en Carrillo un elevado concepto de la lealtad en su práctica militante.

Señala en "A mediodía anocheció": "Allá en la tierra santiagueña, en el viejo cementerio entre unas piedras dispersas se encontró hace tiempo una lápida con esta inscripción: Chaupi Punchaupi Tutayara. Según la leyenda, tales palabras se grabaron en la tumba de un príncipe hijo del sol, muerto en plena juventud, mereciendo en grado sumo el cariño de sus súbditos: la inscripción quiere decir sencillamente: A mediodía anocheció.

Acabo de recordar la frase ahora, el corazón oprimido por la angustia ante el destino de Eva Perón. Destino misterioso y profundo el de esta mujer que entró en la inmortalidad como una princesa del sol. El mediodía es la plenitud del día. Sol alto y esplendoroso derramando su fuerza creadora, haciendo brotar de las entrañas de la tierra el máximo de las potencias que en ella se encierra.

Así Eva Perón, asciende en breves años hasta el ápice de su mediodía y con cariño inconmensurable por la humanidad doliente de su patria y más allá de la patria derrama el conjunto increíble de sus obras y acciones, todas ellas enderezadas al mismo fin: La felicidad de los más humildes, de los más olvidados, de los más desgraciados; también a su conjuro, mediante su fuerza sin límites físicos, aquilatado por un sufrimiento tremendo, Eva Perón transforma al lado de su Líder y el nuestro, la fisonomía y la esencia del pueblo argentino.

Los niños, los ancianos, las mujeres, los obreros, los enfermos de la carne y el alma, los rebeldes, los sin paz interior, los escépticos, los desesperanzados, los señalados por los aciagos signos del infortunio, reciben el amor de Eva Perón hecho creaciones que perdurarán mientras perdure la vida de los pueblos.

Transcurrirá tal vez mucho tiempo para valorar las gigantescas y universales dimensiones del espíritu de Eva Perón que ahora la contemplamos sólo como un hecho nacional e histórico.

Quienes hemos tenido el honor de trabajar cerca de ella sabemos que era imposible substraerse al influjo inextinguible de Eva Perón, a su singularísima captación de las necesidades del pueblo, las permanentes y las circunstanciales, a su magnético dinamismo, a su fortaleza realizadora. Subía su vida, como el sol a mediodía.

Y ahora también comprendemos por qué para ella no hubo pausa en la lucha, ni reposo alguno, ni baladí entretenimiento, ni un paso atrás ante los obstáculos de la incomprensión, de la mala fe, y hasta de la hostilidad que surgían ante ella, como surgen siempre ante los visionarios porque su personalidad evade el orden común.

Su fiebre de amor por el pueblo era contagiosa; emanaba de ella y transcurría por todos los canales de la vida argentina, haciendo surgir de la nada, esas realidades que se llaman Fundación Eva Perón. Ciudades Infantiles, Hogares-Escuelas, Ciudades Estudiantiles, Hogares de Tránsito, Hogares de Ancianos, Policlínicos, Escuela de Enfermeras y también la ayuda oportuna al sumergido para dignificarlo; la participación femenina en la vida política, social y gremial de la Nación incluso económica con su plan agrario, todo en fin, lo que recibe hoy en beneficio el pueblo de la patria; este pueblo que antes jamás, entregó a nadie su corazón y que ahora lo ha encerrado en un solo nombre: Evita.

Y al mediodía anocheció. Belleza, juventud, satisfacciones, descanso, todo ofrendó Eva Perón en aras de su amor por el pueblo, generado en su amor al Líder, compañero, guía y esposo. Sobre ella anocheció. Pero la hermosura del destino de Eva Perón, es la hermosura del bien.

Y lo impresionante de esta noche humana que nos atribula a todos los argentinos como la pérdida de algo propio, se compensa apenas con el convencimiento absoluto de que, hoy, mañana y siempre, Eva Perón vivirá en el amor de los humildes que son los elegidos de Dios y por eso Dios la recibirá en su seno entre el canto de los ángeles".

Esta conducta (Lealtad) la tenía tan arraigada que constituía una norma clave en su pensamiento y sobre el particular decía:

"La Lealtad es cosa de la que todo el mundo habla y muy pocos la practican, por la sencilla razón de que no es una posición espiritual al alcance de todo el mundo, ni todo el mundo está preparado para ser leal.

La Lealtad es virtud en unos e instinto en otros, pero es patrimonio generalmente de un grupo de hombres que la poseen de nacimiento, congénitamente. Son leales como son brutos, porque nacieron así.

En todos los demás la Lealtad es una virtud que exige sacrificio, riesgo, valentía, preocupación y cuesta, además, mucho trabajo. Si existe en un hombre inteligente es un fenómeno no congénito sino adquirido por una maduración larga y penosa; por maduración natural de los sentimientos inherentes a una cultura.

Se requiere saber mucho, y conocer muchas cosas para ser leal; dentro del grupo de hombres inteligentes es donde cuesta más esfuerzo.

La Lealtad se encuentra sólo en dos extremos: entre los muy brutos, pero bien brutos; y entre los inteligentes, pero muy inteligentes.

La lealtad se consigna como símbolo principal en el escudo de los Carrillo, en los ex Ruíz Díaz, hermanos gemelos, que lucharon espalda contra espalda defendiendo a su Dios y a su Rey. De donde tenían el apodo de Carrillos, muy digno de un restaurante, no obstante lo cual fueron incorporados a los nobles de España, tal vez porque además de su lealtad eran pantagruélicos comilones, tipo Edad Media.

La Lealtad está simbolizada por el galgo con una cadena al cuello, atado a una torre. La torre simboliza al poder del Estado, del Ejército y del Pueblo, con quienes se comprometió a proteger sus derechos y estar alerta frente a la puerta del Rey.

La Lealtad es una resultante de las virtudes del hombre, como son:
La Solidaridad: con los humildes y desgraciados; y con todos aquellos a quienes les brinda su amistad, simpatía o afecto.
La Tolerancia: para saber perdonar al jefe, al amigo o al subordinado sus pequeños errores y defectos humanos, propios de la imperfección.
La Verdad: o sea la aptitud para sabérsela decir al amigo, al jefe o al subordinado, y decirle con la prudencia del sabio, la persuasión del maestro, la energía del hombre; pero decirla, si es que de su conocimiento el amigo puede escapar de la traición y la felonía.

Trailer Ramón Carrillo, el médico del pueblo


El Conocimiento: para extraer todo aquello, que permite saber, porque se es leal a una persona o a un ideal o a su patria. Con las personas hay que ser sólo consecuentes, pero hay que ser leal a lo que ellos representan o simbolizan.

La Libertad: porque sólo siendo independientes (y dotados de valor) se puede afrontar las consecuencias angustiosas que tarde o temprano acarrea la Lealtad. Sólo en la libertad se es leal sin titubeos, rápido como el galgo, no reconociendo otra contención que la cadena de la torre famosa de los Carrillo.

El Amor: porque el amor no se conquista, ni se retiene sin lealtad, que a su vez no es más que una forma superior del amor, lo que no está al alcance de cualquier desgraciado.

La Fe: la fe implica la confianza, porque sólo se es leal a aquello en que se confía ciegamente".

Los mentores post-postmodernistas, cuyas apreciaciones y sentencias fueron aniquiladas por la realidad, que auguraban el fin de la historia, la muerte de las ideologías y la inutilidad de las utopías, pueden encontrar en Ramón Carrillo respuestas contundentes; y todos los demás podemos reafirmar convicciones al leer: "La utopía es pensar y anhelar algo que parece imposible, algo digno de la condición de los hombres. Ponerse a trabajar, marginalmente en la utopía, pero tomando las precauciones para que nunca se cumplan del todo. Esto sería una fuente de estímulos mentales.

Toda utopía si se realizara íntegramente nos haría unos pobres desgraciados. Ser utopistas pero sin la convicción de que todo se pueda conseguir.

De los utopistas sociales surgió la organización de los hombres y esto que llamamos civilización; de los viejos utopistas astrólogos nació la astronomía; de los alquimistas la química moderna, del movimiento continuo la física moderna; de los espiritistas, la psicología y la metapsíquica; de la cuadratura del círculo las geometrías no euclidianas; de la numerología y la cábala, las matemáticas superiores.

Felizmente, ni los astrólogos dieron con la predicción de los acontecimientos, ni los alquimistas dieron con la piedra filosofal, ni los locos del movimiento continuo lo pudieron producir, ni los espiritistas se comunicaron con los muertos, ni se encontró la fórmula de la cuadratura del círculo, ni la cábala modificó el mundo. Hasta los magos negros y blancos descubrieron la intuición. En cambio las utopías de Julio Verne se cumplieron y aquí estamos, enfrentando la guerra con esas cosas que él soñó con fines menos cataclísmicos.

Felizmente, hasta ahora las utopías políticas de organizar al hombre sobre la base de la razón y la sabiduría han fracasado, desde Platón hasta Thomás Moro.

Moraleja: Tener utopías es una cosa práctica siempre que no se cumplan, porque si se cumplen o se las toman en serio cometeremos los peores crímenes".

Cuando toda una sociedad clama y reclama honradez y transparencia, Carrillo nos refresca el concepto, ya que para él es un "Tema del cual hablan todos los padres a los hijos y todos los gobernantes a sus administrados y administradores. Pero el hecho es que la honradez se suele mantener inmaculada según el precio que se ofrezca para comprarla. Los venales son baratos; los honrados caros, pero para llegar a estos se requieren muchos intermediarios y, entonces, el pobre honrado al fin de cuentas cobra como venal. No es negocio ser venal ni honrado vulnerable. 




El verdadero hombre honrado, fuerte y firme, es una bomba atómica que explota en manos de los forjadores de tentaciones, inspiradas por el Diablo, personaje olvidado y que ustedes deben recordar que existe para poder amar a Dios y a la Humanidad con sus miserias y grandezas". 
Y agrega: "La honradez no es más que una forma parcial de la Lealtad.

Se es honrado, porque antes se aprendió a ser leal; la lealtad origina la honradez humanizada e inteligente, y no la honradez estúpida y mojigata de los libros de moralina.

Hay que ser honrado y comprender que otros no pueden serlo, sin humillarlos y difamarlos por eso. Enseñarles y evitar que sigan la labor fácil y no crear condiciones de organización que estimulen la deshonestidad.

Muchos son deshonestos porque la oportunidad y la tentación se les brindan todos los días. Sólo en último extremo castigar a los deshonestos. Pero entonces, sí: castigarlos con toda la fuerza y el poder disponible.

Mucha gente roba un pan; esa persona no es deshonesta ni un delincuente... Es un hombre".

Y en lo específico de su condición de médico-sanitarista-funcionario-político, manifiesta que:
"Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como una unidad biológica, psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana.

Debemos pensar que el enfermo es un hombre que es también un padre de familia, un individuo que trabaja y que sufre; y que todas esas circunstancias influyen, a veces, mucho más que una determinada cantidad de glucosa en la sangre. Así humanizaremos la medicina".

Agregando, "En una sociedad no deben ni pueden existir clases sociales definidas por índices económicos. El hombre no es un ser económico. Lo económico hace en él a su necesidad, no a su dignidad".
"Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud. De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados".

"La medicina moderna tiende a ocuparse de la salud y de los sanos y el objetivo principal es ya no curar al enfermo sino evitar estar enfermo. La medicina no sólo debe curar enfermos sino enseñar al pueblo a vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de ser vivida".

"A los fines de la Salud Pública, es más importante proporcionarle a la madre los medios para que, una vez que tenga al hijo, pueda defenderse de las contingencias posibles, o bien otorgar al padre los medios materiales para atender al nuevo hijo".

El resumen de las obras más importantes entre 1946 y 1954 del Dr. Ramón Carrillo nos da 141 nuevos hospitales, 60 Institutos de Especialización, 50 Centros Materno-Infantiles, 16 escuelas técnicas, 23 Laboratorios e instituciones de diagnóstico, 9 hogares-escuela, Centros Sanitarios y Centros de Salud en todas las provincias; "campañas integrales" contra las endemias, logrando la eliminación del paludismo, sífilis, tifus y tuberculosis entre otras.

Otro hombre de ciencia fue el Doctor Salvador Mazza (1886 - 1946), médico sanitarista, que escribió la página más destacada de la historia de la lucha contra el mal de Chagas, enfermedad, que actualmente afecta a 24 millones de personas en Latinoamérica y provoca 45 mil muertes cada año, y que es causada por un parásito que llega al ser humano a través de la "vinchuca", un insecto que encuentra especiales condiciones para desarrollarse y multiplicarse en las deficientes estructuras habitacionales de vastas regiones de América.

Al igual que las endemias combatidas por Carrillo, la enfermedad de Chagas es una enfermedad producto de la situación socioeconómica vinculada a la pobreza y al subdesarrollo.

En 1928 el Doctor Carlos Chagas, oriundo de Brasil y descubridor del mal, le envía una carta al argentino Doctor Salvador Mazza, y en ella le señala: "Si desea investigar esta enfermedad, tendrá todos los gobiernos en contra. A veces pienso que más vale ocuparse de crustáceos y batracios que no despiertan la alarma de nadie".
Mazza al instar a una mejor calidad de vida para el pueblo, chocó contra los intereses creados: las autoridades provinciales tomaron como una locura el pedido de agua potable y sanitarios considerándolo un enemigo.
La acción contra este mal, en tiempos de Carrillo, por la acción del gobierno peronista, que durante el primer plan quinquenal (1946 - 1951) permitió la construcción de 350 mil viviendas, y en el segundo plan quinquenal, hasta 1955, de 150 mil más, acompañada de prácticas de asistencia preventiva, bajó decididamente las cifras de afectados.

Por otra parte, la creación de EMESTA, primera fábrica nacional de medicamentos; y el apoyo a los laboratorios nacionales, por medio de incentivos económicos, hicieron que los remedios estuviesen disponibles para toda la población sin tener que depender de la voluntad de los laboratorios extranjeros, que preferían, hasta entonces, volcar sus productos en los mercados europeos.

También debemos recordar que fue Carrillo quien "a partir del apoyo que recibió de Eva Perón ideó los Torneos Infantiles Evita, que además de promover el deporte sirvieron en aquellos años para realizar el chequeo médico completo de muchos niños y jóvenes".

"Tras la muerte de Evita - quien siempre lo acompañaba en la lucha por los presupuestos de Salud - y enfrentado con otros miembros del Gabinete, renunció a su cartera y el Presidente Perón lo envió a Estados Unidos".

El 15 de octubre de 1954 se embarca en la motonave "Evita" rumbo a Nueva York. Allí da una serie de conferencias en la Universidad de Harvard, al mismo tiempo que visita varios laboratorios, pero comienza a enfrentar dificultades económicas.

Con respecto a su progresiva enfermedad, en el país del norte se somete a un intenso tratamiento con el cual logra algunas mejorías transitorias.

En ese país, con el derrocamiento de Perón, se convirtió en otro exiliado y perseguido de la autodenominada Revolución Libertadora y, al no poder volver a Argentina, fue empleado como médico por una empresa minera de Estados Unidos en el Amazonas.

Decide enviar un telegrama al General Lonardi poniéndose a disposición del gobierno de facto para ser investigado. 

Carrillo no recibió respuesta, pero al tiempo se enteraría de la interdicción de sus dos propiedades, el allanamiento de las mismas y el secuestro de cuadros y libros bajo la acusación de "enriquecimiento sin causa".

En su defensa, la hermana de Carrillo se presenta ante la Junta Nacional de Recuperación Patrimonial demostrando la legitimidad de los bienes.
Cuando venció su contrato igual permaneció en el nordeste de Brasil, en Belem do Pará, ejerciendo como médico rural, atendiendo gratis en un hospital, hasta que sufrió un accidente cerebrovascular que lo llevó a la muerte, el 20 de diciembre de 1956, sumido en la total pobreza.

En 1972 sus restos fueron repatriados y enterrados en Santiago del Estero, como él lo había pedido. Los periódicos ignoraron en su casi totalidad la penosa noticia, o escuetamente publicaron una breve referencia.

Esta demora de 16 años se debió a que la dictadura de Aramburu y Rojas se opuso a la repatriación de sus restos por "razones políticas".
En el aeroparque de Buenos Aires, entre los presentes para rendirle homenaje se encontraba Don Arturo Jauretche.

A cien años de su nacimiento y a cincuenta de su muerte, se le rinde el homenaje que merece.

El matutino porteño Clarín del 6 de marzo de 2006 señala que
"No hay Estado moderno si no responde adecuadamente a los nuevos lineamientos que se gestan permanentemente desde la sociedad. Por ello rescatamos hoy la figura de Ramón Carrillo como un apasionado hombre de ciencia al servicio de un proyecto nacional, un defensor de la planificación intersectorial, un excelente comunicador.
Un hombre que supo acudir al llamado de la historia para transformar contextos de incertidumbre en escenarios plenos de realizaciones, mediante el ejercicio de políticas de Estado".

Y el Presidente de la Nación, Dr. Néstor Carlos Kirchner, expresó:
"La reconstrucción de la tarea de la salud pública es un legado que nos dejó el Dr. Ramón Carrillo, quien tuvo que morir en el exilio. Son cosas que le han pasado a los grandes hombres y mujeres de este país habitualmente. Dios quiera que nunca más se vuelvan a repetir este tipo de cosas, porque los hombres que trascienden con sus ideas, que trascienden los sectores y que logran sintetizar a las sociedades con valores que son absolutamente importantes deben tener el reconocimiento de todos los argentinos".

Cabe, para el Doctor Ramón Carrillo, para su vida y su obra, pues lo retrata de cuerpo entero, la erudita pluma de Sor Juana Inés de la Cruz, cuando dice: 

"En perseguirme, mundo, ¿qué interesas?
¿en qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades".

Había expresado este lúcido hombre del campo nacional, militante contra las injusticias, que "… no tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en cada uno de nosotros alberga el soplo divino".

Una conducta ejemplar, que debemos rescatarla, como símbolo para la reconstrucción de la Nación y la humanización de la vida.

Su amigo Enrique Santos Discépolo, quizás le escribió a Carrillo, como a otros tantos "malditos" de la historia argentina, aquello de que "Uno busca lleno de esperanzas / el camino que los sueños / prometieron a sus ansias./ Sabe que la lucha es cruel y es mucha, / pero lucha y se desangra / por la fe que lo empecina".

El empecinamiento, la fe y la esperanza siempre estuvieron presentes en Ramón Carrillo,y nunca sufrió en vida "la tortura de llorar su propia muerte", sino la de los demás, a los que les dedicó su sapiencia y su hacer.

Hoy no es necesario preguntarse "¿por quién doblan las campanas?", doblan por Fermín Chavez, que se nos fue en estos días y es el que nos enseñó esta historia.

Doblan por Ramón Carrillo que honró la vida.

Reservados todos los derechos
En caso de utilizar todo o parte de la Conferencia se ruega mencionar la fuente.

*Osvaldo Vergara Bertiche.
 Nacido en Rosario, Provincia de Santa Fe, República Argentina, en 1942. Dirige, junto a Olga Nora Mansilla, "Análisis Cuadernos de Divulgación" (Declarados de Interés por la Municipalidad de Rosario - Decreto 11.083 del 30/11/1995), emprendimiento cultural-educativo, editora de "Cultura y Nación" (colección de breviarios Declarada de Interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe), "Tangueando" y "Folcloreando", entre otras. 

Fue docente del Instituto Politécnico Superior (Universidad Nacional de Rosario) y de escuelas secundarias provinciales. Se desempeñó como funcionario de carrera y funcionario político en la administración pública provincial y en el Honorable Concejo Municipal de Rosario, respectivamente.
Es autor de trabajos literarios referidos a la vida y obra de Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Ramón Carrillo, Manuel Ugarte, Tita Merello y Alfredo Le Pera, entre otras, cerca de 26, personalidades argentinas, y que forman parte de la Colección "Cultura y Nación" Declarada de Interés por la Honorable Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe. 

Reconocido conferencista aborda temas referidos a "La Nueva Cultura", "Cultura e Identidad" y "Deuda Externa Argentina". En la Sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario desarrolló el tema "El Proceso de Desideologización y la Aparición de Falsas Ideologías". 

Participó del Congreso sobre "Políticas Culturales" organizado por la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), siendo "Coordinador y Miembro Informante" de la Comisión "Identidad Cultural en Latinoamérica" (Rosario 2001). 

En distintas instituciones ha dictado cursos sobre "Historia y Filosofía del Tango".
Galardonado con la "Orden de La Chaveta" por la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos de Rosario y con la "Orden del Poeta" por la Peña La Herradura, por su trayectoria en el campo educativo y cultural. Creador de la "Orden del Yunque" a los Forjadores de la Identidad Nacional, Declarada de Interés por la Municipalidad de Rosario. 

RAFAEL OSCAR IELPI (Director del Centro Cultural Bernardino Rivadavia de la Municipalidad de Rosario) ha dicho: "Habiendo realizado en este Centro Cultural distintos ciclos vinculados específicamente a la cultura popular por un lado (el tango, el sainete, el teatro criollo, etcétera) y el análisis de la obra y vigencia de creadores vinculados a la misma (Discépolo, Manzi, Scalabrini Ortíz, Jauretche, etcétera) así como a temáticas sociales y políticas (la inmigración, el grupo FORJA) hago llegar a Usted el aval, en la certeza de la seriedad investigativa de su tarea y por su trayectoria en el campo cultural en nuestra ciudad de Rosario".

cuadernosdivulgacion@hotmail.com

[Texto de la conferencia en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia de la Municipalidad de Rosario el 30 de Agosto de 2006]

FUENTE

RELACIONADO: 

Plan Sintético de Salud Pública 1952 – 1958 Dr. Ramón Carrillo.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Eva Perón, la figura que habilitó y materializó el ingreso a la política de las mujeres argentinas



…Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.            María Elena Walsh

La primera imagen que vieron sus ojazos fue el rostro arrugado por los fríos de todos los mayos que habían quedado escritos en el rostro de la comadre mapuche Juana Rawson de Guayquil. Elegimos creer que fue un siete de mayo. Había nacido Evita. Ese día y cada uno de los días que le siguieron fue siendo Evita, hasta el presente, aunque ella lo supiera mucho más tarde. Porque cada acontecimiento de su vida –insignificante o gigantesco– la conduciría hacia la construcción de la mujer que cambiaría la vida de los argentino para siempre.

En la serie “Germán, últimas viñetas”, Oesterheld en diálogo con su personaje Ernie Pike le pregunta: ¿Pike, usted cree en el azar o en el destino? Pike sonríe y responde ¿Y a Ud. quién le escribe las letras Germán? Los interrogantes acerca de las intervenciones del destino y el azar rondan la existencia de Eva convirtiendo su vida en un territorio de narrativas enlazadas.

“... (disposición y azar) determinan el destino de un ser humano” dice Freud y este escrito se trata de eso precisamente: descubrir que aquel 7 de mayo de 1919, no sólo nació una niña en una humilde familia de Los Toldos, con cuatro hermanos, una madre sin marido y un padre patrón de estancia. En ese instante y junto con ella nacía Eva Perón, la figura que habilitó y materializó el ingreso a la política de las mujeres argentinas y que dejó una obra material y simbólica que cambió para siempre la historia.


La mujer que se inventa a sí misma

Nacer es ineludible. Nacer desde el cuerpo y desde la subjetividad. Ese cuerpo que nace por la inevitable compulsión de la biología, le imprime un lugar en el espacio, le asigna una familia, la encuadra en un tiempo histórico, le otorga un género y una clase social. La vida se convierte entonces en saber qué hacer con eso. Descubrir a medida que va creciendo que ese fragmento de la historia del país no solamente no la ampara sino que la interroga permanentemente en su condición, hace que se inscriba en su subjetividad el impulso por la lucha de sus derechos. Los busca por todos los medios. Tanto los busca que sabiéndose sin linaje, hace de esa falta su bandera y motor para hacerse visible y por medio de esa visibilidad, acceder al reconocimiento que – de donde ella venía – era lo más parecido a la existencia civil. Además y por si fuera poco, se llama Eva. Eva, la primera mujer. Eva, el instrumento para la tentación de Adán. Eva, la curiosa que arrastró al pecado a la criatura divina. Eva, la madre de la humanidad.

En el camino del vivir, guardará imágenes que la aferran al no olvido. Dice José Pablo Feinmann “El bastardo, al no provenir de un padre o una madre, como la sociedad burguesa ha establecido, no tiene Ser. No Es. El bastardo no tiene nada detrás. Pero habrá de luchar por Darse el Ser. “Ni durante un instante se imagina que está condenado a la pobreza y la bastardía” (Sartre). El bastardo, para superar su bastardía, debe actuar. Actuando se elegirá a sí mismo. Decidirá lo que habrá de ser. Irá en busca de su Ser. Se hará Ser. Será lo que haga de sí.” Y en Eva esa lucha por el Ser se teje ante la vista de todos, encarnada en las obras que llevó adelante durante su existencia. En ellas y desde ellas escribió para siempre la condición del recuerdo de su origen: “Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle” (Mi Mensaje).

Sólo de ese modo puede entenderse la espontaneidad con que nombra a los sufrientes, los desposeídos, con esa empatía y comprensión que fluye entre aquellos que se saben compartiendo la misma condición. “Descamisados”, “grasitas”, se escuchan en su voz como palabras familiares, cercanas, carentes de lástima. Sólo de ese modo puede entenderse que su obra haya despertado la ira en sus enemigos y sin embargo aun permanezca intacta en la memoria del pueblo más allá de la feroz destrucción a la que fue sometida. Aunque pretendieron borrar su nombre de la historia y del corazón de los hombres y mujeres de la patria, aunque su cuerpo fue vejado y desaparecido, aunque su figura fue manipulada y su palabra tergiversada, a partir de ella, la vida de los argentinos jamás volvió a ser la misma.



De la beneficencia a los derechos

Fue a partir de 1946 cuando la enfermería comenzó el camino de la profesionalización, de la mano de la dignificación del trabajo de la enfermera que impulsaron el Dr. Ramón Carrillo – titular de la Secretaría de Salud Pública – y Eva a través de su Fundación. Por entonces la formación a la que accedían las enfermeras era por medio de la Cruz Roja Argentina y establecimientos dependientes de la Sociedad de Beneficencia de la Capital Federal (Hospital Rivadavia y la Maternidad Peralta Ramos). Las ingresantes tenían entre sus tareas más la limpieza y mantenimiento de los establecimientos que la atención de los pacientes. En 1947 el Dr. Carrillo implementó el "Plan Analítico de Salud Pública", donde se dio inicio a la formación de personal idóneo fusionando las escuelas de enfermería en una institución que dependía de la Fundación Eva Perón: se inauguraba así el 4 de septiembre de 1950 la “Escuela de Enfermeras 7 de mayo”.

La presencia de Eva sobrevolaba cada decisión, acompañando a las estudiantes con su diálogo permanente, expresando su orgullo por ese caudal de mujeres que habían elegido el camino de convertirse en misioneras de la paz, como ella las nombraba. Inspiraba verlas desfilar, bonitas, delicadas y fuertes y orgullosas presentándolas como abanderadas del pueblo argentino y recibiendo la gratitud de todos aquellos que habían recibido su ayuda. Más de 30 países del mundo recibieron la asistencia de la Fundación Eva Perón por medio del envío de profesionales de la salud, medicamentos, ropa, alimentos, entre otros elementos de primera necesidad. 

Para llegar a esos lugares era necesario algo más que la excelencia académica. Las enfermeras recibían instrucción en manejo de jeeps y motos, en adiestramiento de perros que iban a ser compañía y transporte de botiquines con medicinas mientras preparaban las tiendas de campaña transformán-dolas en hospitales para cuando llegaran los médicos.

Esa fue la tarea que realizaron en el Ecuador de 1949 Amanda y Lucía. Un terremoto devastador había dejado miles de heridos, muertos, destrozos, epidemias. Eva envió a un grupo de enfermeras de la Fundación hacia el país hermano para socorrer a las víctimas del terremoto. Estuvieron un tiempo acompañando con sus labores y pericias a los esforzados médicos que trabajaban rescatando y curando a los heridos de las consecuencias del golpe de la naturaleza. Así fue que, luego de tanto trabajo, el 27 de septiembre regresaban a casa en avión desde Ecuador. Pero la vida les jugaría una mala pasada. Cuando estaban por llegar a la base de Morón, la máquina empezó a incendiarse. Ante la mirada impotente de los familiares y amigos, el humo se tragó todo: los blancos uniformes, las jóvenes sonrisas y las alas de aquellos valientes ángeles. Eva Perón no tenía consuelo. Obstinada y decidida a que ningún nombre se perdiera en el olvido tomó la decisión de bautizar a la Ciudad de los Niños con el nombre de una de las enfermeras fallecidas: Amanda Allen, mientras el nombre de Lucía Komel – la otra enfermera que perdió su vida en cumplimiento de su labor solidaria – engalanó por mucho tiempo el edificio del “Hogar de Tránsito”.

La Fundación y sus actividades vinieron a desmontar la lógica de la beneficencia para dar paso a la premisa “Donde existe una necesidad nace un derecho". En forma sincrónica, un mundo nuevo se abría para el pueblo argentino.
La “Escuela de Enfermeras 7 de mayo” formó a 858 enfermeras y 430 especialistas hasta 1955 cuando el golpe de estado se apropió y vació la obra de inclusión que había llevado adelante la Fundación Eva Perón. Las enfermeras fueron perseguidas con saña y crueldad. Allanaron sus casas, quemaron sus uniformes, destruyeron sus libros y apuntes. Y como si fuera poco, destruyeron los legajos de los hospitales con las historias clínicas de los pacientes. A los enfermos mentales los sacaron a empujones de los hospitales, los arrastraron hasta una ruta cualquiera y los fusilaron sin piedad. Los locos molestaban, por locos y por inútiles. Por lo demás, todo lo que tuviera que ver con la Fundación fue destruido. De los hospitales, los vándalos robaron lo que pudieron y lo que no, lo rompieron: vajillas, nebulizadores, aparatos de presión. Ninguna huella debía quedar del paso de Eva y de la Fundación en la vida del pueblo argentino. A través de la prohibición de su nombre y el despojo de su obra, pretendieron arrebatar el Ser que había conquistado para sí y para los desangelados de la historia. No contaban los bárbaros con la marca indeleble que la dignidad y los derechos habían escrito en el corazón de los humildes.


De lo doméstico a lo público

Desde aquel primer padrón femenino confeccionado en 1883 en Pampa del Chañar (San Juan) hasta la sanción de la ley 13.013 de sufragio femenino en 1947, transcurrieron generaciones de varones y mujeres, amores, desencantos, pasiones, frustraciones y luchas. Los rostros de Fenia Chertkoff, Elvira Rawson de Dellepiane, Alicia Moreau de Justo, Julieta Lanteri, Cecilia Grierson, Emar Acosta, Victoria Ocampo y otros tantos más o menos anónimos, han sido urdimbre y trama de la historia de nuestro país, tejida con fricción hasta el momento de ingresar a la vida política en el registro de su más concreta materialidad.

Eva, la mujer que ha se ha sublevado durante toda su vida contra la frase “¿con qué derecho?” –pregunta a la que no se ha resignado ni sometido, pregunta que ha considerado la base de la injusticia en su vida y en las vidas de los de su condición– sabe que desde su posición tiene a su alcance el instrumento para desarticular esa pregunta: la definitiva sanción de la ley de sufragio femenino y el acceso de las invisibles al espacio político.

Si el camino para la conquista de derechos había sido difícil, la capacitación cívica y la preparación de las mujeres para desempeñarse en los espacios políticos y partidarios, sería arduo también. En ese momento todo estaba por hacerse.

Para volverse eco en la voz del pueblo, su propia voz surca el aire e ingresa en los hogares. Para encontrar sus propios ojos, verse reflejada en el pueblo y mirarse a sí misma desde el pueblo, sale a la calle y busca entre los silencios de los campos y los cañaverales, entre las selvas y los montes, entre los lagos y ríos de la patria, a las miles y miles de mujeres encerradas entre las paredes de sus casas o de las casas de sus padres o de las casas de sus patrones. Eva ES en cada rostro de las censistas, en cada mujer que ha abrazado Su Causa, la única razón por la cual toda su existencia adquiere sentido: darse el ser que le había sido negado.

Para esto era necesario saber “cuántas somos y dónde estamos”. Una a una fueron elegidas personalmente por Eva para realizar un censo nacional de mujeres peronistas. “Las delegadas son verdaderas misioneras de la doctrina peronista en la acción y en la prédica, y las mujeres que colaboren con ellas con desinterés, perseverancia y lealtad serán las futuras dirigentes del movimiento en cada distrito.”
Las veintitrés responsables de la organización y puesta en marcha del Partido Peronista Femenino eran muchachas jóvenes, sin experiencia política previa, incansables y leales. En ellas la bondad, la amabilidad, la firmeza y perseverancia debían rendir cuenta día tras día.

Bíblicamente dejaron atrás padre, madre, seguridad y amparo, tomaron sus pocas pertenencias y salieron al mundo a encontrar a todas las Evas ocultas en todos los rincones de la patria. Mujeres pequeñas e intrépidas ampliaron los límites de la nación internándose en la Argentina oculta, escribiendo en sus interminables papelitos las ignoradas historias de vida.

Hormiguitas viajeras infatigables ellas se hicieron eco de la pasión y fundaron los espacios para que otras mujeres vieran el mundo con nuevos ojos. ¿De qué modo pretenderían borrar la cercanía con que Eva se había instalado? Su vida misma se había hecho creaciones imborrables en la memoria de los humildes.
Quizás por eso José María Castiñeira de Dios le regaló en sus versos la frase profética “Volveré y seré millones”. Porque esa fue el camino de la trascendencia humana que habilitó la política. Millones de Evitas comenzaron a hacerse visibles. Debajo de las piedras estaba Eva, entre los matorrales; en el medio del desierto caminaba Eva, entre los médanos; de los ranchitos llenos de vinchucas salía Eva, sobre las ruinas.

Y mientras ella iba camino hacia la historia, su rostro sonreía desde los lugares más recónditos del alma humana y los lugares más visibles de la vida social.
El 11 de noviembre de 1951 votaron 3.816.654 mujeres.

El Partido Peronista conquistó al 63,9% del electorado ofreciendo para la dirigencia nacional las primeras flores: 23 diputadas y 6 senadoras (si se cuentan a las legisladoras provinciales fueron electas en total 109 mujeres) que ocuparon sus bancas en 1952.










Damnatio memoriae

Hay que remontarse al imperio Romano. Al gobernante que legalizó la religión cristiana. Al emperador que la iglesia ortodoxa considera santo. Hay que hablar de Constantino “El Grande” y sus legislaciones contra el “Tyranus”. Hay que hablar del senatus consultum de Roma y sus decretos judiciales, para lograr comprender el origen de los actos de revancha oligárquica llevados a cabo por la Fusiladora contra Eva y su Fundación. Y hay que hacerlo en latín, esa lengua muerta con la que conspiró la Acción Católica Argentina y llevó a cabo su contrarrevolución.
El castigo más nefasto que un romano podía recibir se denominaba damnatio memoriae. Esta expresión latina, en el sentido actual significa -lisa y llanamente- "destrucción del recuerdo”. En algunas oportunidades se combinaba con otra sanción conocida como abolitio nominis, que consistía en borrar el nombre del condenado de toda la historia –como si jamás hubiese existido-; y por último la llamada rescissio actorum, que consistía en abolir toda la legislación que hubiera promulgado el tyranus. Estos castigos estaban dirigidos a quienes fueran considerados enemigos del Estado –obvio – por una nueva autoridad con potestas.
En síntesis, se procedía a arrancar las placas que recordaban su labor edilicia, se suprimían sus emblemas, se decapitaban o destruían las estatuas, se estropeaba su rostro de las pinturas, se retiraban de circulación las monedas que hubiese acuñado con su nombre y efigie, se suprimían de los registros oficiales, se anulaban sus acciones políticas y legislativas, incluso, hasta su propio nombre. Esto solía ir acompañado de la confiscación de sus bienes, el destierro de su familia y se perseguía y exterminaba física o moralmente a sus camaradas y partidarios más fieles. Así, se pretendía borrar de la memoria oficial y de la memoria colectiva el recuerdo de un determinado personaje, sus obras, sus logros y hasta su propia existencia.
Eso fue lo que hicieron porque Eva ya había pasado a la inmortalidad. Primero fue el bombardeo aéreo sobre Plaza de Mayo. Luego, desde el barco maldito, nave insignia de la sedición, las cinco torres del “17 de Octubre”, se movieron lenta y armoniosamente. Los quince cañones principales de 152 mm apuntaron a la destilería “Eva Perón” en La Plata. El mismo movimiento hicieron los otros ocho cañones secundarios de 127 mm. Una tonelada de explosivos británicos sembró la destrucción. Su gemelo, el “9 de julio” acaba de rendir Mar del Plata. Es el 19 de septiembre de 1955.
El Presidente Constitucional Juan D. Perón -que asumió su segundo mandato con el 60% de los votos- es obligado a renunciar. La “Revolución Libertadora” acaba de triunfar.
El milico que ocuparía el cargo del Dr. Ramón Carrillo, saquea su casa un día antes de asumir. Es el coronel Ernesto Alfredo Rottger. A ese coronel le corresponde la tarea de reemplazar a un brillante neurocirujano, neurobiólogo y médico sanitarista. Se le ordena la misión de “desperonizar” el sistema nacional de Salud Pública. Debajo de él, la Dirección de Asistencia Integral tiene otro incomparable objetivo: intervenir, desmantelar y disolver toda la obra de la Fundación Eva Perón. Es la Asistente Social Marta Ezcurra, fundadora de la juventud de la Acción Católica en 1931.
Marta Ezcurra ordena el día 23 de septiembre la ocupación militar de cada una de las Escuelas Hogar. Su política de shock es muy clara: retirar y destruir todos los símbolos del gobierno. Con los niños como mudos testigos, en cada uno de los patios, el fuego hace arder pilas de frazadas, sábanas, colchones, pelotas y juguetes diversos con el logo de la FEP, que los valientes soldados previamente han arrancado de sus camitas y dormitorios. Los bustos de Eva son decapitados.
Dispone la intervención inmediata de cada uno de los institutos el día 24 de septiembre. Convoca para ello, a los miembros de los “comandos civiles” (Acción Católica Argentina) quienes de inmediato comienzan a realizar la depuración de adictos a la “tiranía”. En medio de un odio demencial, ordena el desalojo inmediato de todos los niños y niñas internados en la Clínica de Recuperación Infantil Termas de Reyes, en Jujuy. La transforma en un casino para la oligarquía.
Manda tirar al río Mendoza, toda la vajilla y cristalería (importada de Finlandia y Checoslovaquia) con la que han comido los “cabecitas negras” en las unidades turísticotermales de alta montaña de Puente del Inca y Las Cuevas. Manda destruir todos los frascos de los Bancos de Sangre de los Hospitales de la Fundación porque contenían sangre “peronista”. Manda secuestrar todos los pulmotores porque tienen placas metálicas con las palabras “Fundación Eva Perón”. Ordena el asalto militar contra la Escuela de Enfermeras, y dispone su cierre definitivo.



Determina la confiscación de todos los muebles de los hospitales, hogares para niños, hogares escuelas y hogares de tránsito por ser demasiado lujosos para los ahora sin privilegios, se los llevan a sus casas los “comandos civiles”. Los camiones del ejército llegan a los edificios y depósitos de la Fundación y parten llenos. Dispone la desactivación absoluta de todos los programas de turismo social por ser “un peligroso ejemplo de demagogia populista y antidemocrática” en las Colonias de Vacaciones de Córdoba, Mar del Plata y Buenos Aires. Decide el cierre definitivo de las casi 200 proveedurías de alimentos de primera necesidad, la clausura del Plan Agrario, el Plan de Trabajo Rural y los Talleres Rodantes. Resuelve la intervención de los Hogares de Ancianos y el cierre de los Hogares de Tránsito. A pedido del Coronel Ernesto Alfredo Rottger -su Jefe y Ministro- ordena que sean expulsados a la calle todos los estudiantes de la Ciudad Estudiantil “Presidente Juan Perón”. El Coronel la necesita como centro de detención para encerrar a todos los miembros del gobierno constitucional detenidos. Allí caen las flamantes diputadas, las primorosas enfermeras, las militantes de los cien barrios porteños...

Cuando los interventores envían los primeros informes de las Escuelas Hogar, Marta Ezcurra descubre con escándalo que “la atención de los menores era suntuosa incluso, excesiva, y nada ajustada a las normas de sobriedad republicana que convenía para la formación austera de los niños. Aves y pescado se incluían en los variados menús diarios. Y en cuanto a vestuario era renovado cada seis meses”. (En San Juan un niño pobre comía 100 gramos de carne por día y 6 cucharadas de leche. En Jujuy, -por año- un niño comía 43 kilos de carne, en La Rioja 27, en Catamarca 26, y en Santiago del Estero tan sólo 19,6 Kilos), en las Escuelas Hogar Eva Perón, los niños comían carne todos los días. Marta Ezcurra cambiará el menú y el nombre de todas esas escuelas. 

“Queda prohibida en todo el territorio de la Nación: las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas artículos y obras artísticas, la utilización de la fotografía retrato o escultura, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, dichos objetos ofenden el sentimiento democrático del pueblo Argentino y constituyen para éste una afrenta que es imprescindible borrar” (Decreto-ley 4161/56).

Ya todo es ausencia. La “violencia evangélica” ha destruido el mejor de los sueños de aquella niña que un siete de mayo se echó a andar por la vida buscando incendiar al pueblo con el fuego de su corazón.

Viviana Demaría y José Figueroa
demaria_figueroa@yahoo.com.ar


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Revista El Abasto, n° 155, mayo 2013.
http://www.revistaelabasto.com.ar/155-Evita-y-la-destruccion-del-recuerdo.htm

16 de septiembre de 1955- Qué votaron los cañones



Qué votaron los cañones

16 de septiembre de 1955

Por José Luis Di Lorenzo

El proyecto de país que se destruyó a sangre y fuego era el de distribuir para crecer, el de la visión política espacial, el del pleno empleo como garante del mayor nivel salarial, el de la integración latinoamericana.

La década del ‘45 fue precedida por la primera década infame, la del treinta, en la que el conservadurismo terrateniente se apropió del poder mediante el fraude y gobernó el país oligárquicamente en sociedad explícita con Gran Bretaña.

Es el coronel Perón quien, desde el Departamento Nacional del Trabajo, luego Secretaría, inaugura una nueva institucionalidad que incorporó a los trabajadores, quienes de ese modo dejaron de hacer política contra el Estado para pasar a hacerla con el Estado.

Desde el 2 de diciembre de 1943 se concretan las primeras e importantes medidas laborales y sociales: se crea el fuero laboral para resolver conflictos que antes debían solucionarse en forma privada; se otorgan aumentos salariales por decreto; se crea el sueldo anual complementario; se celebran convenios colectivos de trabajo bajo la tutela del Estado, se dictan 111 leyes laborales, todo hasta 1945.

La Argentina de por entonces cuestionaba lo que se dio en denominar la "democracia formal", fundada en el fraude electoral y en los pactos de cúpula entre políticos conservadores y radicales, condenando escandalosos negociados ocurridos en la época que los involucraban, como el de la Chade y el de los terrenos de El Palomar.

Si bien los precios mayoristas habían aumentado un 65,5 por ciento entre 1938 y 1945 y el salario real apenas un 12,3 por ciento, el inicio del reconocimiento a los derechos de los trabajadores por el gobierno del general Edelmiro J. Farrell preocupó a los hasta entonces dueños del poder. Trescientas diecinueve entidades patronales dieron a conocer el "Manifiesto del Comercio y la Industria" por el que protestaban contra la nueva legislación laboral del gobierno. Esta proclama del 16 de junio de 1945 fue suscripta por la Cámara Argentina de Comercio, la Industria y la Producción, Bolsas de Cereales, la Cámara de Grandes Tiendas y la Cámara de Exportadores, a las que un día después adhirieron la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas, agregando su reclamo contra el que consideraban el abusivo "Estatuto del Peón".


La clase obrera y el pueblo no van ni al purgatorio

Por Juan Carlos Cena

"En lo político, lo real es lo que no se ve"
(José Martí)

El 16 de septiembre de 1955, un golpe de estado derrocaba a Juan D. Perón.

Es el umbral de otra época, donde se alternarán tiempos de democracia restringida, y dictaduras militares. La proscripción del peronismo, principal fuerza política del país, obligó a sus militantes a generar prácticas de lucha entre las bases de los trabajadores peronistas, que se transformaron en las primeras manifestaciones de resistencia obrera, luego llamada Resistencia Peronista. Resistir era la consigna.

El Gobierno Provisional presidido por el general Pedro E. Aramburu, inauguraba una nueva fase de la Revolución Libertadora: habían desplazado al general Lonardi, una hegemónica política liberal, donde se implementaría un programa económico privatista, el desmantelamiento del modelo estatal-industrialista, distribucionista del peronismo y la desarticulación de las instituciones socio-políticas peronistas: Unidades Básicas, sindicatos, y otras organizaciones y agrupamientos.

En el campo de las organizaciones laborales, el gobierno fijo como objetivo principal, desperonizar a los trabajadores.

Comenzaba la resistencia obrera peronista, que luego se extendió a otras identidades políticas. Rosario, no bien se dio el golpe de Estado, fue uno de los lugares más resistentes: ese día, obreros del puerto, de la zona sur, de los mataderos con sus caballos, del frigorífico Swift, estibadores, las mujeres con el pecho desnudo, como el 17 de octubre de 1945: Gente y más gente rumbean para el centro de Rosario, esta ciudad es prácticamente tomada por el pueblo peronista. Levantaron barricadas en las calles, en las esquinas, cortaron el tránsito. La huelga paralizó la 'capital durante varios días'. Pasaron por arriba a la policía que no atinaba a nada.

'Un poco más al sur de Rosario, entre las barriadas más pobres, está Villa Manuelita, con una sola calle principal, Abanderado Brandoli, de barro mejorada con empedrado grueso como lecho para las vías del tranvía número once. Ahí está el frigorífico Swift, único pasaporte a la dignidad para los habitantes de la villa miseria. (...)

Ellas sabían de las novedades del alzamiento de Córdoba y que con ojos angustiados se miraban entre sí preguntándose, sin palabras, qué pasaría con el frigorífico. (...) Con el ajetreo, a una de ellas se le desabrochó la blusa y asomaron sus pechazos blancos apenas atrancados por el último botón de la cintura. Parece la imagen de la República Francesa enarbolando como bandera el delantal blanco de su hombre. En eso, giró su cabeza hacía la entrada de la villa y, dirigiéndose hacía un enemigo aún invisible, empezó a agitar al aire la ropa y a decir con fuerza, pero gravemente: ¡Vengan! ¡Tiren! ¡No le tenemos miedo! ¡Viva el general Perón! ¡Viva la compañera Evita!. La vorágine se había desatado. Ligadas por un acuerdo mudo, ancestral, comenzaron a bloquear las vías del tranvía con enormes piedras, levantándolas con una fuerza descomunal. '¡Villa Manuelita no se rinde! ¡Viva Perón! ¡Mueran los traidores! ¡Viva Evita! ¡No van a pasar!. Los gritos se entrecruzaban en diferentes lenguas, dialectos y acentos pero, juntos decían una sola frase ¡Viva Villa Manuelita!

Llegaron los militares, se inició la represión. Por la calle Abanderado Brandoli avanza una formación de soldados que había llegado con la orden de tomar el tanque de agua.

(...) La mujer del pecho desnudo comenzó a golpearse y dejaba surcos en cada gesto salvaje convertido en imán para el resto de las mujeres que empezaron a desabrocharse las blusas y a sacar sus pezones, únicas armas para defender la supervivencia. ¡Villa Manuelita no se rinde! ¡No hay libertad con hambre! ¡Evita vive! (...) de una casilla llevaron una pila de delantales blancos. Las mujeres empezaron a unirlos con alfileres, uno al lado del otro, hasta reunir varios metros de tela blanca. Sobre la bandera improvisada escribieron, con brea, bien clarito 'Todos los países reconocen a Lonardi. Villa Manuelita no lo reconoce' (...) de la columna de jinetes, tres soldados se apearon y lentamente se acercaron al tanque. Venían con la orden de quitar la bandera que desafiaba al general rebelde. Las mujeres arrastraban a sus hijos pequeños que lloraban y los alzaban consagrándolos hacia Dios que, a lo mejor, estaba en el cielo: ¡Adelante..! ¡Mátenlos!...¡Asesinos!...¡mátenlos!...¡tiren cobardes!' Los tres soldados se dieron media vuelta y volvieron corriendo. Dicen que uno iba llorando. Y Villa Manuelita, firme, no se rendía! (No me olvides. Memoria de la Resistencia Peronista 55-72-Edit. Biblos-Carulli-Caraballo-Cafiero-Charlier.

Rosario fue tomada por el pueblo peronista. Se alzaron contra el golpe militar pero no tenían nada más que las manos, la indignación y mucha bronca. La huelga paralizó a la capital del peronismo durante varios días. Perón había dicho que prefería el tiempo a la sangre. En esa ciudad y otros lugares del país, hubo sangre en las calles del pueblo que derramaron en su nombre por un largo tiempo. El pueblo se quedó con la sangre en el tiempo. Sólo los tanques pudieron hacer retroceder a los resistentes rosarinos. Pero nunca penetraron al centro de Villa Manuelita.

Día 16 al 21 de septiembre de 1955, en la ciudad de Córdoba, la Aeronáutica junto a civiles, tomaron por asalto casi todos los sindicatos. Ocuparon la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA). Un grupo de civiles partidarios de la Revolución Libertadora convocó a una reunión para hacerse cargo del gremio. Compañeros delegados, activistas peronistas y comunistas, encabezados por los compañeros Guardia (Resistencia Peronista), y Canelles (Partido Comunista), se opusieron a tal maniobra. Este era uno de los primeros pasos de unidad que se daban, para resistir a este nuevo proyecto de país

El 9 junio se produce un alzamiento militar encabezado por el general Valle, properonista, en varias guarniciones. El día 10 se impone la ley Marcial. Después de dos días de resistencia el levantamiento fue derrotado. La represión fue brutal y precisa: veinte militares y nueve civiles fueron fusilados sin que éstos hubiesen matado a ningún partidario del gobierno. Los trabajadores (civiles) participantes fueron masacrados en los basurales de la localidad de León Suárez, provincia de Buenos Aires sin ningún tipo de juicio. La clase obrera en su conjunto resistió desde 1955 hasta esa fecha, período donde fueron violentamente reprimidos.

Desde los tiempos de la masacre de La Patagonia no se fusilaban obreros; los militares repitieron la masacre en los basurales de José León Suárez.

A pesar de ello y de todos los compañeros caídos, torturados y detenidos, jamás pudieron desarticularlos ni vencerlos. Al contrario, la clase obrera peleó palmo a palmo el poder al capitalismo, en el marco de la lucha de clases; resistió, se organizó y salió a dar batalla.

El gobierno resolvió llamar a elecciones. Frondizi ganó después de pactar con Perón y con las fuerzas de izquierda. Asumió el 1º de mayo de 1958. Las luchas continuaron y la represión no cesó, era una constante. Hay huelgas en los gremios bancarios, médicos, petroleros (YPF), el 27 de noviembre de 1958 el gobierno decretó la movilización militar al gremio ferroviario. Los encarcelaron en los propios lugares de trabajo.

Al iniciarse 1959, Frondizi soportó uno de los actos resistentes más significativos de la clase obrera: la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, hecho donde participó activamente el activismo de la Resistencia Peronista, con Sebastián Borro a la cabeza. Fue la primera acción territorial de la Resistencia Peronista.

El 14 de febrero de 1960 se implantó el Plan Conintes -Plan de Conmoción Interna. Sancionado durante el gobierno de Perón y reglamentado por el de Frondizi, para combatir al terrorismo y, ordenó el procesamiento de los trabajadores detenidos por un tribunal militar.

Los trabajadores ingresaban a la década del '60 resistiendo y combatiendo, cara fue su libertad para el poder económico y político. Durante todo el gobierno de Frondizi los conflictos no se detienen. Frondizi, éste, todo lo que pactó con Perón y las otras fuerzas políticas, lo tiró por la borda y obedeció los requerimientos de los yanquis.

Hay movilizaciones, huelgas, marchas, actos asambleas en forma permanente. Ante esta situación desbordante, las fuerzas armadas depusieron a Frondizi, haciendo jurar a José María Guido como presidente de la República. Las luchas continuaron. De nuevo elecciones.

Ganó el Doctor Arturo Illia, con el peronismo proscrito. Nombró como canciller a Zabala Ortiz, que participó en el bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, junto a Roque Carranza, luego Ministro de Defensa de Alfonsín, dejó víctimas esparcidas por la plaza, las calles, los ómnibus incendiados con trabajadores, mujeres y niños en su interior. Este fue un salvaje acto represivo contra el pueblo. Fue el primer estallido. La oligarquía descargaba sin piedad sobre el pueblo todo ese odio rancio acumulado, de linaje. Ese bombardeo salvaje demostró una vez más, que a los factores de poder no les tiembla el pulso, ni escatiman absolutamente nada, para no perder en la confrontación de la lucha de clases. Toda la sociedad simiesca aplaudía las muertes, no existía en ellos aflicción cristiana, sino el gozo oligárquico de la muerte de clase. La muerte era de los otros, fueron 350 muertos y más de dos millares de heridos. Ellos no olvidaron nunca la lucha de clases. En esta puesta en práctica, utilizaron la violencia sin medir ningún costo. Ellos sólo miden: la ganancia máxima.

Al fin, para la oligarquía vacuna y sus socios nacionales y extranjeros, el 26 de junio de 1966 fue depuesto el doctor Arturo Illia. Los tres comandantes: Marina, Aeronáutica y Ejército en nombre del orden, derrocaron al doctor Illia. Un oficial de caballería, el general Juan Carlos Onganía es nombrado democráticamente por estos tres, Presidente de la República. Perón dice: que es un general pundonoroso y hay que prestarle atención; agregó más adelante: hay que desensillar hasta que aclare.

La burocracia sindical obedeció. Todas las organizaciones que representaban al gran capital nacional y extranjero, la sociedad Rural, ganaderos y terratenientes, el doctor Arturo Frondizi desplazado, también, por un golpe de estado, apoyaron a este golpe de Estado. Muchos repudiaron el golpe de estado, emitieron documentos y se pusieron en estado de alerta.

Pero el intelectual, doctor en física, Ernesto Sábato le cantaba así al golpe: Llegó el momento de barrer prejuicios y valores apócrifos que no responden más a la realidad (...) por eso la gente ha sentido un profundo sentido de liberación. Ojalá que la serenidad. La discreción, la fuerza sin alarde que ha manifestado Onganía en sus primeros actos sea lo que prevalezca, y podamos al fin, levantar la gran Nación.

No bien se hicieron cargo la represión fue lo primero. Las bases sindicales resultaron los estamentos organizativos más golpeados. Es que es allí donde se manifestó la oposición al régimen no bien éste asume. Son intervenidos los Sindicatos Ferroviarios y de Prensa de la Capital Federal, Personal de la Universidad.

El SUPA, -Sindicato Unico de Portuarios Argentinos-, decretó un paro con movilización en la zona del puerto de Buenos Aires, se oponen al intento de cambiarles las condiciones de trabajo, los trabajadores portuarios resistieron la medida, son brutalmente reprimidos, son los iniciadores de la resistencia en las calles, en esta etapa que recién comenzaba. Los portuarios fueron los primeros en resistir el proyecto de la dictadura de Onganía... llegó el momento de barrer prejuicios, había alentado Sábato.

Fuente: www.argenpress.info


Aquella Argentina, la de la Segunda Guerra Mundial, estaba dividida en aliadófilos y germanófilos. Una coalición integrada por socialistas, comunistas, conservadores, radicales y demócratas progresistas, en septiembre de 1945, expresa su enfrentamiento a las políticas que tildan de nazi-fascistas mediante la marcha de "la Constitución y la Libertad", que simbólicamente es encabezada por el embajador norteamericano Spruille Braden. Convocadas las elecciones nacionales, el 24 de febrero de 1946 la fórmula Perón-Quijano obtiene el 56 por ciento de los votos venciendo a la de la Unión Democrática que postulaba a Tamborini-Mosca y representaba a los partidos de la coalición "democrática".

Transcurridos los primeros seis años de gobierno, en 1951, el presidente Perón plebiscita su gestión, logra 4.580.000 votos contra 2.300.000 de la Unión Cívica Radical. El sesenta y seis por ciento de los argentinos lo respaldan.

Sin embargo, los "demócratas", argumentando que intentaban asesinar a Perón, ametrallan y bombardean al pueblo en la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 para luego derrocar al gobierno popular y constitucional mediante el golpe militar de septiembre de 1955. Casualmente en las mismas fechas pero diez años después del "Manifiesto del comercio y la industria", y de "La marcha de la Constitución y la Libertad".

Qué tenían que destruir

En la década de 1945-1955 se sentaron las bases del Proyecto de la Justicia Social, proyecto de país truncado autoritariamente, cuyos pilares constitutivos son la soberanía política, la independencia económica, y la justicia social. La idea dominante es la de pasar de la política representativa a la participativa, construyendo la comunidad organizada como visión superadora del agotado modelo de la partidocracia liberal. Modificando la legitimidad formal expresada en aquello de que "el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes", por la construcción de una nueva legitimidad, la real, en la que "la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo. El Gobierno es del Pueblo para el Pueblo –agrega– cuando es realmente ejercido por el Pueblo, condición que sólo puede realizar un Pueblo que posee conciencia, organización y personalidad social".

En lo económico, el justicialismo plantea la economía social, que es aquella que pone el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social. Se trata de una filosofía de vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista, que procura realizar el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad. Doctrina social que realiza la justicia social dando a cada persona su derecho en función social. El eje central de la nueva concepción es la armonía: nadie se realiza en una comunidad que no se realiza.

El peronismo asume el agotamiento del proyecto agroexportador impulsando la industrialización. Modifica la estructura económica del país, cancela la deuda externa originada en el gobierno de Bernardino Rivadavia, nacionaliza los servicios públicos, regula los precios y salarios, universaliza la previsión social y la salud pública, califica y también universaliza la educación cuya currícula es el nuevo proyecto de país, genera una fuerte redistribución del ingreso hacia los más postergados, haciendo realidad aquello de que donde hay una necesidad hay un derecho.

Las conquistas sociales son institucionalizadas en la Constitución de 1949, que lleva a la cúspide de la pirámide normativa otra Argentina, la productiva, con empleo, salarios justos, protección a la niñez y la ancianidad, acceso a la salud, a la educación, a la vivienda, dueña de sus recursos naturales y de sus servicios públicos. El trámite y derogación de facto de esa norma constitucional resulta un caso ejemplar de cómo el cuestionamiento formal fue funcional a que se nos quitaran importantísimos derechos a todos los argentinos.

Durante su trámite, los opositores a la reforma constitucional cuestionaron el quórum para la votación (si dos tercios del Congreso o dos tercios de los presentes), crítica que terminó siendo la justificación confesa de su posterior derogación por el golpe de Estado de 1955, de la que los mismos "demócratas" de la Unión Democrática, que se oponían porque habían perdido poder político y visto afectados sus intereses económicos, participaron activamente. El trasfondo y la realidad era que la oligarquía no podía admitir que se consolidaran constitucionalmente los derechos sociales conquistados por el Pueblo.

Para no discutir obviedades, basta constatar qué paso con nuestros niños, con la educación, con la salud pública, con los mayores, con las jubilaciones, con el empleo, con la vivienda, con el nivel de los salarios, con los recursos naturales, con los servicios públicos, con el endeudamiento externo, con la soberanía política, con la independencia económica. Lo que querían y lograron era quedarse con lo que nos corresponde a casi tres tercios de los argentinos.

El proyecto de país que se destruyó a sangre y fuego era el de distribuir para crecer, el de la visión política espacial, el del pleno empleo como garante del mayor nivel salarial, el de la integración latinoamericana, el de hospitales públicos que garantizaban que la salud no fuera un negocio para pocos, el de la Universidad Obrera, el de la ciencia y tecnología pueblocéntrica, el de la integración de nuestro interior, el de la planificación y sus dos planes quinquenales, el que llevó a más del 50 por ciento de la riqueza la participación de los asalariados, el que mientras se construía el nuevo país socorría con la transitoria e indispensable ayuda social, el de la solidaridad con los pueblos hambreados, el que donó trigo y carnes a la Europa devastada. Demasiado para los mercaderes que sentían que demagógicamente se estaba repartiendo lo que por un supuesto derecho natural les correspondía solamente a ellos.

Un dato es irrefutable, al justicialismo había que derrotarlo por las armas porque tenía ganado el corazón y reconocimiento de la gran mayoría del pueblo. Lo que ocurrió en 1955 y en 1976 también. No se debe olvidar que el golpe de 1955 tuvo un cauce, que motorizó el odio y la división de los argentinos. Camino que transitó falacias, sofismas, blasfemias. Se apelo a Santo Tomás de Aquino y el tiranicidio para justificar el quiebre de la voluntad popular ametrallando al pueblo en aquel junio del ‘55, a levantar la quema de iglesias para ocultar la mutilación y muerte del verdadero templo de Dios, el hombre. A cuestionar por antinacional los acuerdos de 1955 con la Standard Oil que en realidad resentían los intereses petroleros británicos. A difamar a las jovencitas que concurrían a la UES, a demonizar a Perón, a Evita y a los peronistas.

Sin embargo, había objetivos concretos absolutamente emparentados con la Argentina oligarca, la que no bien fue derrocado Perón liquidó el IAPI, liberalizó la economía, privatizó los depósitos bancarios, incorporó a la Argentina a los organismos internacionales de crédito, privatizó las empresas del Estado, decretó la apertura a las inversiones extranjeras, liberó las importaciones, elimino las barreras arancelarias. Sin duda los grandes perjudicados fueron los asalariados a quienes mediante una devaluación del orden del 120 por ciento se les disminuyó su poder de compra y el nivel de participación en la distribución de la riqueza que habían logrado.

Sangre o tiempo

Destruir lo construido fue un objetivo que se mantuvo constante a manos de los "demócratas" realmente germanófilos. Los beneficiarios y partícipes del poder político residual de por entonces se encargaron de silenciar las atrocidades perpetradas contra la democracia. Es más, aún se escucha a quienes fueron comandos civiles horrorizarse cuando manifestantes orinan en la Plaza de Mayo, pero nada dicen ni dijeron de quienes bombardearon ese lugar donde nació la Patria.

No sólo se trató de balas, asesinato, muerte. Hasta nuestros días llega la discusión de que Perón huyó, que no tuvo valor para enfrentar la sedición, que si Evita viviera... Lo que no quieren ver ni admitir es que hubo una decisión clara, no acompañar un baño de sangre entre argentinos, evitando que eventualmente los jacobinos de la libertad, autodenominados libertadores, dividieran a la Argentina en dos, quedándose con el sur petrolero en alianza con Gran Bretaña.

Cincuenta años después de que nos privaron de la libertad en nombre de su defensa, de quienes fueron inmisericordes "en nombre de Dios", de quienes decían defender la Fe y demostraron ser los mercaderes que se apoderaron del templo, es importante tener memoria, y aunque el pueblo sí perdona, no debe olvidar.

El bombardeo a la Plaza de Mayo, el golpe de 1955, el golpe de 1976, el autoritarismo fueron instrumentos del egoísmo de unos pocos que se creen los mejores, superiores, los predestinados, cuando solamente defienden sus propios intereses y las posiciones logradas. Es necesario revisar la historia para no tropezar con la misma piedra, porque aquellos que lo único que quieren es atesorar despreciando al que no tiene porque consideran que es lo que se merece, han quebrado la voluntad comprando y cooptando voluntades, disciplinándonos –o intentando hacerlo– mediante la exclusión y por la necesidad de sobrevivencia, y, aunque con otros ropajes, el ‘55 sigue presente.

Aquella barbarie les costó a los trabajadores algo más de cinco billones de pesos, que dejaron de disponer para mantener su nivel de vida, a lo que se le debe sumar el costo de su salud prepaga, de educar privadamente a sus hijos, de los servicios que si bien son públicos son un pingüe negocio privado. Riqueza que no se perdió, simplemente paso al bolsillo de los pocos que alentaron y alientan conculcar los derechos ciudadanos.

Nuestro pueblo ya ha puesto su sangre, 50 años después es tiempo de remediar lo social reconociendo la verdad histórica y asumiendo que todo proyecto inconcluso llama, reclama. El proyecto que nos arrebataron y sigue pendiente es el de la Justicia Social, necesario para volver a armonizar.

Fuente: www.sitioima.com.ar
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